La imposible historia de Eslovenia: Cómo un país de 2 millones de personas es una potencia mundial en FIBA

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MÁLAGA — Antes de junio de 1991 pocos estaban familiarizados con aquella región al este de Europa y que recibía el nombre de Eslovenia. Una de tantas naciones que, a lo largo de la Edad Contemporánea, fueron apareciendo y desapareciendo de los mapas, integrándose en grandes imperios o estados de nueva creación. Como suele suceder en estos casos, no fue hasta el estallido de la Guerra de los Diez Días cuando el mundo supo ubicar en el mapa a este diminuto país. Cuando la geografía entra en juego no suele ser por buenos motivos.
Eslovenia fue la segunda de las seis repúblicas de Yugoslavia en declarar su independencia, siguiendo los pasos de Croacia y dando lugar a uno de los capítulos más tristes de la historia reciente del Viejo Continente. Su relativo distanciamiento con respecto a Belgrado y el encrudecimiento de las guerras hizo que el impacto bélico en Eslovenia no alcanzase al de otros territorios de Yugoslavia, para alivio de sus habitantes.
Es en este momento donde la historia de Eslovenia, tal y como se la conoce actualmente, comenzó a escribirse. Un relato que puede contarse a través del deporte, en concreto del básquet. La tradición yugoslava nutrió a este país, de unas dimensiones similares a la provincia de Cáceres, hasta crear una escuela que sirvió de base para las generaciones venideras. Los casos locales de Jure Zdovc, Peter Vilfan o Ivo Daneu son ejemplos de que, aunque eran una pequeña república, sabían cómo hacer las cosas si les daban una oportunidad.
Y así sucedió.
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«Hay que recordar que antes vivíamos dentro de Yugoslavia. Y en Yugoslavia el básquet era muy, muy famoso y éramos muy buenos», recuerda Bojan, un aficionado veterano que en un perfecto inglés habla sobre los tiempos pasados.
En menos de una década, Eslovenia ha dejado de estar en la zona media de los torneos internacionales a ser un aspirante a todo y un equipo al que no perder de vista. «Hemos pasado a ser uno de los mejores países gracias a que conseguimos ser campeones de Europa hace unos años», prosigue Bojan. «Antes estábamos luchando por ganar, entre los 10 primeros en la mayor parte de torneos. Y a partir de ahí…»
Entonces, ¿qué es lo que hace tan buenos a los eslovenos cuando se enfundan la camiseta de su país?
«Trabajo. Trabajo. Trabajo. Solo trabajan», dice tajantemente David a TSN. En ese momento se abre una conversación entre los allí presentes, pasando del inglés al esloveno. «Y la genética también», responde Bojan. «La escuela es muy importante para los chicos jóvenes», añade David.
Hasta el Martín Carpena se han desplazado más de 200 aficionados eslovenos, que abarrotan toda una esquina del pabellón, la cual es fácilmente reconocible. De las banderas eslovenas a bufandas de épocas pasadas e incluso alguno que ha llegado disfrazado al duelo. Lo que sea por tratar de animar a un grupo que en muy poco tiempo se ha convertido en motivo de orgullo nacional.
A más de dos horas del inicio del encuentro ante Estados Unidos, bajo un sol de rigor y con el mercurio marca más de 30º C, se encuentran Mateja y su pareja. Ambos han conseguido un lugar de privilegio para recibir al combinado nacional. Detrás de las vallas de seguridad portan la bandera de su país y van vestidos con camisetas verdes (el color de Eslovenia).
«Nos gusta viajar y era una buena oportunidad de venir aquí de vacaciones», comenta Mateja a The Sporting News. «Ver los partidos y por eso vinimos a España. Además ya estuvimos la semana pasada viendo los partidos de Eslovenia [en Atenas]».
Mientras en otros lugares los clubes marcan el día a día del deporte, en zonas como Eslovenia la Selección nacional es el equipo favorito de todos. Un motivo de orgullo para un país con una población inferior a la de la ciudad de Madrid. «En los últimos años se ha hecho más importante gracias a nuestros jugadores, que son muy conocidos, y por el éxito de la Selección. Además, hay una larga historia en Eslovenia relacionada con el básquet, no es algo nuevo para nosotros», prosigue la aficionada eslovena.